domingo, 1 de febrero de 2009


Definitivamente puede que sea excesivamente tarde.
De esos días de verano ya sólo quedan recuerdos dulces en nuestras memorias, imágenes que van y vienen, que se alejan y se acercan cuando miro mis manos.
No queda nada de esos besos robados a la luz de la luna, ni de los abrazos tímidos entre aquellos inmensos gigantes que contemplaban silenciosos tu silueta y la mía, haciéndose cómplices de nuestra aventura.
A veces recuerdo tus ojos y tus manos y tus labios, y es que de pronto los siento tan lejanos y tan ajenos, como si no fueran míos, como si nunca hubiesen sido míos. Entonces recuerdo tu voz.
Las palabras de amor susurradas al oído, tu mirada tierna sobre mis sienes, y el corazón me late de prisa, como antes, como ayer entre esas calles polvorientas y tejados desteñidos, entre nuestros juegos de infancia, entre aquellas flores que sólo florecían para nosotros, tú y yo en la inmensidad del día, la tarde y la noche, ante el sol y las estrellas... Tú y sólo tú conmigo, conmigo una eternidad.
Yo prometo.
Prometo no volver a soltar tu mano, quedarme ahora y para siempre junto a esos brillantes ojos tuyos, esos que redescubro hoy y que sigo amando con la misma intensidad. Pero no es fácil. Cuánto me gustaría que leyeras, que me leyeras y supieras esto que me invade hasta las entrañas.
El miedo siempre fue más fuerte, pero ya no.
Ya no importa nada, ¡olvidemos mis palabras idiotas y mis indecisas miradas!
Quiero quedarme. Quedarnos petrificados en el instante en que tu boca y mi boca se hacen parte de un tierno amor en flor.

3 días:

Anónimo dijo...

un amor que quiere vivir...
un amor navega y vuela...
el amor que florece desde los recuerdos...

lindo texto

AliaS dijo...

el amor a pesar de las distancias,
de las ausencias, de las traiciones, de las partidas...

lindo leerte...

bss

? dijo...

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