sábado, 28 de marzo de 2009


El tiempo pasa, pasa, pasa.
Yo corro entre pájaros cautivos,
mientras tus luces se alejan, se alejan.
En tu ausencia te escribo con mis atardeceres de otoño,
con estas manos y con mi manera de andar,
Te sueño entre copas rotas,
Te oigo a través de mis vidrios empañados.
A veces te grito en medio de la noche
que tus luces no se alejen, que no se alejen
y luego te mato.
Te mato con bocanadas de cielo.


2 días:

Pablo Rumel Espinoza dijo...

Como que esa voz acalla un rato el sonido de las metrallas, de los engranajes y las maquinarias escupiendo grasa.

Se agradece,

Un oasis de fragilidad, en medio de un abismo

Anónimo dijo...

me gusta cuando los gritos opacan al olvido.