El amor pone estúpida a la gente. La vuelve ciega, sorda y muda.
Les hace poner las manos al fuego con la inocente y ferviente esperanza de que no se van a quemar, y lamentablemente, basta con que miremos nuestras propias manos para enterarnos de que es una farsa. Todo el mundo tiene cicatrices.
Hoy no hablo por mí. Gracias a los espíritus cósmicos yo me encuentro lejos de toda esa cursilería (un millón de disculpas a la gente enamorada, mi visión de mundo en comparación a la suya puede que esté un poco distorsionada)
Llámeme pesimista si quiere, pero es que resulta que ya no creo en los corazones, ni en las flores ni tampoco en las palabras susurradas al oído, como decía la Pizarnik, "las palabras no hacen el amor, hacen la ausencia"
Les hace poner las manos al fuego con la inocente y ferviente esperanza de que no se van a quemar, y lamentablemente, basta con que miremos nuestras propias manos para enterarnos de que es una farsa. Todo el mundo tiene cicatrices.
Hoy no hablo por mí. Gracias a los espíritus cósmicos yo me encuentro lejos de toda esa cursilería (un millón de disculpas a la gente enamorada, mi visión de mundo en comparación a la suya puede que esté un poco distorsionada)
Llámeme pesimista si quiere, pero es que resulta que ya no creo en los corazones, ni en las flores ni tampoco en las palabras susurradas al oído, como decía la Pizarnik, "las palabras no hacen el amor, hacen la ausencia"