domingo, 22 de septiembre de 2013




"...Sabes mi trágica devoción a las leyendas de príncipes encantados...
Sabes que una música melodiosa y un canto suave me hacían sollozar, y que una palabra de afecto me hacía esclava de otra alma, y sabes, también, que todo lo que soñé tuvo una realidad desgarradora".

Teresa Wilms Montt.

viernes, 20 de septiembre de 2013

Alienación

Mi teoría es que algunas relaciones de pareja alienan al sujeto. ¿En qué momento el ser humano decide conscientemente (o inconscientemente) dejar parte importante de su vida anterior en función de otra persona? Llegado a este punto, como simple espectadora de la catástrofe me pregunto ¿Qué es exactamente lo que impulsa al sujeto a ser comido por el otro? Para mí la respuesta es simple: estupidez humana. 
Quizás hablo desde el desconocimiento, pero me cuesta comprender por qué existe esa necesidad de fundirse, de perder la identidad y  la libertad individual.
(Aquí hago notar que no estoy diciendo que estar en pareja implique ser prisionero del otro, pero por cierto que hay limitaciones, y muchas de esas son limitaciones ridículas. Pensemos en las parejas celosas, por ejemplo).
Sin embargo, no quiero centrarme en lo que se sucede con los sujetos inmersos dentro del huracán de amor. El punto central de la discusión es en torno a la gente que queda atrás cuando una relación se vuelve el mundo de la persona. ¿Qué pasa con la familia, qué pasa con los amigos? 
¿Por qué esa gente que siempre ha estado contigo durante toda tu vida de pronto pasa un segundo plano? ¿Por qué ya no hay tiempo para compartir una conversación amena o  tan sólo para preguntar "¿cómo estás?"?
Estoy escribiendo desde ese lugar. El amigo tiene casi el "deber" de aceptar esta situación, de comprender que la gente se enamora y que eso es lo que pasa, que el hecho de no hablar durante más de un mes es normal y que a todo el mundo le ocurre: "Cuando estés pololeando sabrás lo que es". (Mentira, yo no soy idiota).
El amigo tiene el deber también de recoger los pedazos del sujeto alienado cuando la relación se acaba, de aguantar el llanto, las quejas y el sentimentalismo sin derecho a reclamo. Uno en el fondo lo hace por humanidad, tampoco es el momento de recriminarle todo el tiempo que no te habló, que no se preocupó de ti, todas las veces que le dijiste "oye, juntémonos" y recibiste un no por respuesta.
No obstante, ¿Qué pasaría si te aburrieras antes de que llegara ese momento en que todo retoma su curso "normal"? ¿Qué pasaría si decidieras dar un paso al lado definitivamente y dejar de estar?
La disyuntiva es terrible sin duda. Por una parte,  se deben considerar todos los años de amistad y el amor gestado a raíz de ello; por otro, el sentimiento de que en realidad ya no eres una parte fundamental de su vida y que te buscará cuando necesite algo.

¿Estar, no estar? ¿Optar por vivir en un limbo en que simulamos que todo está bien aunque todos sepamos que no es así?

Yo al menos estoy tomando la segunda opción. Me aburrí de ser incondicional.

domingo, 20 de enero de 2013

Todavía - Mario Benedetti


No lo creo todavía 
estás llegando a mi lado 
y la noche es un puñado 
de estrellas y de alegría 

palpo gusto escucho y veo 
tu rostro tu paso largo 
tus manos y sin embargo 
todavía no lo creo 

tu regreso tiene tanto 
que ver contigo y conmigo 
que por cábala lo digo 
y por las dudas lo canto 

nadie nunca te reemplaza 
y las cosas más triviales 
se vuelven fundamentales 
porque estás llegando a casa 

sin embargo todavía 
dudo de esta buena suerte 
porque el cielo de tenerte 
me parece fantasía 

pero venís y es seguro 
y venís con tu mirada 
y por eso tu llegada 
hace mágico el futuro 

y aunque no siempre he entendido 
mis culpas y mis fracasos 
en cambio sé que en tus brazos 
el mundo tiene sentido 

y si beso la osadía 
y el misterio de tus labios 
no habrá dudas ni resabios 
te querré más 
                          todavía.  


jueves, 10 de enero de 2013

Veintiuno

"Entre la Maga y yo crece un cañaveral de palabras, apenas nos separan unas horas y unas cuadras y ya mi pena se llama pena, mi amor se llama mi amor... Cada vez iré sintiendo menos y recordando más, pero qué es el recuerdo sino el idioma de los sentimientos, un diccionario de caras y días y perfumes que vuelven como los verbos y los adjetivos en el discurso, adelantándose solapados a la cosa en sí, al presente puro, entristeciéndonos o aleccionándonos vicariamente hasta que el propio ser se vuelve vicario, la cara que mira hacia atrás abre grandes los ojos, la verdadera cara se borra poco a poco como en las viejas fotos y Jano es de golpe cualquiera de nosotros. Todo esto se lo voy diciendo a Crevel pero es con la Maga que hablo, ahora que estamos tan lejos. Y no le hablo con las palabras que sólo han servido para no entendernos, ahora que ya es tarde empiezo a elegir otras, las de ella, las envueltas en eso que ella comprende y que no tiene nombre, auras y tensiones que crispan el aire entre dos cuerpos y llenan de polvo de oro una habitación o un verso. ¿Pero no hemos vivido así todo el tiempo, lacerándonos dulcemente? No, no hemos vivido así, ella hubiera querido pero una vez más yo volví a sentar el falso orden que disimula el caos, a fingir que me entregaba a una vida profunda de la que sólo tocaba el agua terrible con la punta de pie. Hay ríos metafísicos, ella los nada como esa golondrina está nadando en el aire, girando alucinada en torno al campanario, dejándose caer para levantarse mejor con el impuso. Yo describo y defino y deseo esos ríos, ella los nada. Yo los busco, los encuentro, los miro desde el puente, ella los nada. Y no lo sabe, igualita a la golondrina. No necesita saber como yo, puede vivir en el desorden sin que ninguna conciencia de orden la retenga. Ese desorden que es un orden misterioso, esa bohemia del cuerpo y el alma que le abre de par en par las verdaderas puertas. Su vida no es desorden más que para mí, enterrado en perjuicios que desprecio y respeto al mismo tiempo. Yo, condenado a ser absuelto irremediablemente por la Maga que me juzga sin saberlo. Ah, déjame entrar, déjame ver algún día como ven tus ojos".

Rayuela, Julio Cortázar.

miércoles, 9 de enero de 2013

Regreso

Cuando me siento y comienzo a pensar en la sucesión de hechos acontecidos en el último tiempo, no puedo dejar de extrañarme, y no sé si llamarlos coincidencia o simplemente el destino inexorable se encausó nuevamente para seguir su rumbo.
Que esté escribiendo ahora no es casual. Lo había dejado de hacer hace meses sin ninguna esperanza de retomarlo, sin embargo, ese sueño y las palabras que vinieron, los recuerdos de antaño y los que estamos construyendo ahora, la certidumbre y la incertidumbre que se escapa de mis manos cuando de ti se trata, me llaman a hacerlo, como si una fuerza dentro de mí surgiera de pronto con todas las letras que tenía atoradas.

Yo me asusto fácil y escapo rápido porque el miedo me corroe y no puedo controlarlo.
Yo construyo aeroplanos pensando en que van a precipitarse desde las alturas.
Yo te miro con ojos de amor y el miedo se va, pero se oculta a la vuelta de la esquina.
Yo me muevo sigilosamente, adelantándome a las jugadas pero quisiera querer con las mariposas que siempre han aguardado el momento preciso para volar.

Intentar y Arriesgar. Dejar de pensar en lo que vendrá porque ya habrá tiempo para eso.